¿QUÉ PASA CON CARLOS?

Abel Rojas El sabor del tibio café era casi indistinguible del humo reinante en la pequeña habitación de Carlos. Nunca acostumbraba tomar nada caliente, y mucho menos el café, que era su fiel compañera por más de una década; una taza a cada hora. Pero no era una taza cualquiera, sino una especialmente pequeña, de esas que es difícil encontrar en las miles de tiendas lujosas de la ciudad de La Paz, o en los pequeños puestecitos ambulatorios que se instalan a lo largo de la otra ciudad. Mientras bebe sorbo a sorbo, todavía recuerda el prolongado tiempo que le costó encontrar esa tacita: blanca, de porcelana, elegante, que tranquilamente cabía en una mano, y que se sostenía sobre un pequeño platito. Tardes enteras y noches inacabadas, sesudos planes para visitar cada tienda, rigurosas preguntas e indicaciones a las vendedoras; todo, todo terminaba en inesperadas frustraciones. ¿Tan importante era encontrar aquella tacita? Tomados de la mano o abrazados, aún recuerda las divert...