A VECES ME ABURRO DE ESTAR VIVO
Abel Rojas Lo más seguro es que todo esto es el producto de un momento emocional. Uno que, causado por cualquier cosa que quiebra mi tranquilidad, siempre me conduce a la idea de la muerte. El coqueteo con el suicidio se ha convertido en la solución más sencilla a toda esta oscura amalgama de sensaciones indeseables que experimento. Pienso en Sofía. ¿Por qué me quiere tanto? ¿Será verdad que me ama, como suele asegurarme siempre? Una llamada. ¿Por qué mierda me joden justo ahora? Odio que me molesten en mis momentos de soledad. Me duele el ojo izquierdo. ¿Qué pasa? ¿Por qué siempre tiene que ser así? Me jode que mi vida haya sido atravesada por este tipo de dolor. He apreciado a mi ojo más que a cualquier cosa, pero he cargado con la maldición de tenerlo en un estado malogrado casi la mayor parte de mi vida. ¿Qué hice para merecer esto? Me emputa, ¡me emputa! Quiero echarme a perder, llamar a mujerzuelas, esas que siempre han estado dispuestas a verme cuando me daba la gana. ¿Aún lo es...